Estaban los que casi no fueron usados y los que tienen miles de kilómetros recorridos; algunos “tuneados” y otros sin ninguna modificación, para conservar al 100 % su identidad original; había grises, rojos y azules, pero también había de los colores más diversos y llamativos. Cada uno tenía un distintivo y llegaron de todo el país para celebrar su pasión. Es que desde ayer (hasta hoy)   Tucumán es sede del 15 Encuentro Nacional del Ford Falcon. Y su presencia en la provincia no ha pasado para nada desapercibida.

No hay ni uno, ni dos, ni tres... Son cientos. Vinieron del norte, de cuyo, del litoral, del centro y del sur del país; ninguno de los fanáticos del mítico vehículo quiso perderse este encuentro, que además coincide con el 60 aniversario del rodado. Ayer desde temprano empezaron a circular por el centro, pero el espectáculo fue a media mañana. Los “fierreros” se encontraron en el Parque 9 de Julio y salieron en caravana hasta El Cadillal. La imagen parecía sacada de cualquier película de Palito Ortega; de repente, Ruta 9 se llenó de colores y más de un conductor sorprendido empezó a intercambiar bocinazos alegres con la comitiva. Es que: ¿cuándo más vas a ver tantos Falcon juntos?

A simple vista, no es fácil comprender una pasión de estas. La cuestión -dijeron los conductores- es que este vehículo caló muy profundo en la sociedad argentina.  El primer modelo data de 1962; tres años más tarde, ya era el auto más vendido en el país y su fama siguió, con diferentes versiones, hasta 1991. Se calcula que se vendieron casi medio millón de unidades, y que es el segundo auto más fabricado en la historia argentina reciente.

Tradición compartida por los Falcon

Pero lo que más une a todos los fanáticos es, sin duda, la tradición. “Es de culto. Decime qué familia argentina no tuvo en algún momento un Falcon, o conoció algún familiar con este vehículo”, dijo Damián de Pascuale, miembro de la filial Buenos Aires del club FanaFalcon, organizador del encuentro. Su auto es modelo 1982 y conserva el tapizado interior original y la pintura de fábrica.  Damián cree que ha sido fanático de este auto desde que tiene uso de razón. “Mi papá tenía un Falcon americano de 1964, y después, de grande, me surgió la posibilidad de comprar el mío”, recordó. Ese es un denominador común entre todos los participantes: la historia familiar.

De una manera u otra, todos tienen algún recuerdo asociado a este rodado. Luis Bobba tiene 21 y es parte de la filial tucumana del club. Ayer mostró con mucho orgullo su preciado Falcon Futura. Junto a él están su abuelo y su abuela; el vehículo es modelo 1965 -contó Luis a LA GACETA- y su abuelo lo compró en 1974. “Lo mantuvo lo mejor que pudo -expresó-; y hace poco me lo regaló”.  Ese “lo mejor que pudo” es bastante modesto: el auto está impecable. Aunque ahora es de Luis, su abuelo es quien lo manejó durante la caravana, seguramente para recordar los viejos tiempos y para compartir aún más una pasión que se pasó de generación en generación.

Similar fue el relato de Leandro Farías, también de Buenos Aires. “Mi abuelo tuvo Falcon, mi papá tuvo Falcon y yo tenía que salir a ellos”, dijo entre risas. El suyo no pasa desapercibido: es modelo 1962, sí, de los primeros en fabricarse. Rojo y brilloso, se nota que encima tiene mil horas de trabajo. Y eso lo confirma luego el joven. “Lo importante es cuidar todos los detalles y hacerle mantenimiento todos los fines de semana; hay que limpiarlo, pulirlo con poco de cera... -explicó-. Lo tengo hace cinco años y lo vengo armando en casa: hasta ahora hice todo yo”. El trabajo es increíble; el auto tiene sistema de inyección y todo el techo está pintado a mano, por él. Todo su trabajo con el Falcon está disponible en su cuenta de Instagram: @proyecto_yankee_1962.

El Falcon: un auto noble

En la caravana  había locos por los autos, que no se alejaron ni un momento de sus vehículos y también estaban simplemente los fanáticos que se animaron a acudir a esta reunión. Aby Kamlofsky y Axel Villalva llegaron de Paraná para unirse por primera vez a la movida. “Compré uno hace siete años, que estoy armando, y vendí el año pasado vendí mi Ford Focus para comprar este Falcon -relató él-. Lo que tienen es que son irrompibles, y su mecánica es sencilla”. En eso último también coincide, un poco sorprendida, su novia. “El año pasado viajamos a Córdoba en el auto y yo tenía un poco de miedo porque nunca había viajado en un Falcon. Pero no tuvimos ningún problema... Son resistentes, y por suerte espaciosos”.

Y ahí va otra de las razones por las que hay tanta locura. “Nosotros ya recorrimos 14 provincias con el auto -dijo Hernán Cardozo, de Mar del Plata-. Y son fieles: sabés que vás y volvés, sin problemas. Lo compré en 2008; es modelo 1987, pero le cambié el color de pintura”. Su Falcon es azul eléctrico y está personalizado. El volante, por ejemplo, está hecho de cadenas para darle un toque más original. “Además, se consiguen todos los repuestos sin problema. Y si tenés alguna dificultad, le metés mano o le das un golpe y se soluciona”, aseguró entre risas.

Parecerá osado el azul eléctrico, pero en la caravana hubo de todos colores, con todos los detalles posibles y algunos hasta con elementos de gran valor. Un visitante de Córdoba, por ejemplo, trajo su ejemplar de 1962 en perfectas condiciones; con tapiz interior celeste y blanco y con la carroza de color celeste. Además, el auto conserva hasta las tapas cromadas originales en las ruedas. “Son invaluables”, advirtió uno de los expertos. Hubo otras peculiaridades que sólo los conocedores pueden reconocer: algunos vehículos que tenían cuero negro en sus techos o conservaban los retrovisores originales... Pero no es todo: también estaban los otros, los que lucen con orgullo algunas imperfecciones en la carrocería como “recuerdo de otras épocas”; un pasado que ya fue, pero que permanece vivo en los garajes de miles de argentinos.